Cada día que pasaba sentía que mi corazón latía más fuerte cuando Rafael estaba cerca. Y cuando no lo estaba… disfrutaba muchísimo del recuerdo de sus ojos, de su enorme sonrisa y de nuestras conversaciones, y le extrañaba tanto como era capaz de disfrutarle cuando le tenía cerca. Así que entre nosotros todo iba de maravillas. Era amable, dulce, atento, tierno… ¡Me escuchaba y no me juzgaba y yo lo mismo con él! Realmente nos sumábamos muchísimo el uno al otro... Evidentemente estaba en nuestro destino que nuestros caminos se cruzaran y nos complementáramos tan bien. Claro, el destino con la ayuda de Ferrari, que encontró el momento perfecto, para hacer de aquella relación algo más perfecto todavía. No habíamos vuelto a hablar del asunto de “avanzar” en lo nuestro, aunque todo se iba dan