Cuando me desperté, a la mañana siguiente, estaba dándole la espalda, fundida en su pecho, con su mentón apoyado en mi cabeza y sus manos abrazadas a mis pechos. No tenía ni la más mínima intención de moverme de allí, tampoco de despertarlo, así que simplemente me dediqué a disfrutar de ese momento que estaba viviendo junto a él, al tiempo que acariciaba sus brazos, tanto como podía moverme sin hacer demasiado alboroto. De pronto me di cuenta que era la primera vez que habíamos dormido juntos y no me había despertado ciento cincuenta veces en la noche a ver si seguía allí… De pronto me di cuenta de lo muchísimo que disfrutaba del momento de despertar a su lado, aunque sabía que pronto acabaría porque debía ir a hacer lo otro que tan feliz me hacía: trabajar… pero que al terminar de hac