Han pasado ya dos años desde el retorno a la normalidad y Rafael y yo seguimos viviendo el aquí y ahora como los dos locos que somos y que nos disfrutamos mutuamente, compartiendo todo lo que nos gusta y apoyándonos en lo que nos hace bien.
Todos nos preguntan que para cuándo nos casamos, que para cuándo llenaremos la enorme casa que le compramos a Fabrizio de hijos… y a la que por qué por ahora solo van ahijados y sobrinos. Y es con ellos con quienes, al menos por ahora, queremos compartir esto que tenemos, esto que sentimos.
Y es tan hermoso lo que tenemos que él no paró hasta que pude borrar completamente la vieja cicatriz que me había dejado David… hasta que pude comprobar que siempre me había amado de verdad y cerrar esa herida de una vez por todas para vivir, sin culpa alguna, el
