El tal Rafael estaba ya instalado en mi escritorio cuando llegué. Se había sentado al otro lado de mi posición habitual y estaba con mi agenda en la mano, así que di la vuelta con pasos muy sexys y me senté. Lo saludé cordialmente mientras lo hacía, pero al tiempo de que intentaba no pasar inadvertida, traté de que notara que yo tenía intensiones de ignorando completamente por los siguientes minutos. Podía sentir que él me miraba fijamente tanto al pasar como al sentarme en mi lugar, pero no me hablaba y yo no estaba dispuesta, al menos en ese momento, a tener otro cruce intenso de miradas que recordar en mis noches y mis días... Sin embargo, al cabo de un rato no me aguanté y le hablé… Letizia - ¿Qué pasa? (le dije mirándolo apenas de costado una media hora después del saludo, al