—¿Sabe lo de...?—comprendió que ese no era el lugar adecuado para hablar sobre ese tema. Julián lo le hizo un ademan con la cabeza para que lo siguiera lejos de ahí. La hacienda de su padre era, entre lo que cabe, una de las mas grandes de la región y por ello, se situaban en muchas partes, hombres que custodiaban cada rincón del lugar y también eran los oídos de su padre. Ambos caminaron por los amplios pasillos y cada vez que daban la vuelta, efectivamente, encontraban hombres armados que se atenían a mostrarle su respeto bajando un poco su sombrero como si lo ajustaran. Él apenas los miro, porque aunque lo respetaban, no podía confiar en ellos, después de todo eran los hombres de su padre no los suyos. Después de un par de minutos llegaron al jardín, aunque en ese lugar habia mas hom