La extraño.

1215 Palabras
Alessandro. Despierto y aún me encuentro con ropa, tal y como me dormí ayer junto a ella. El sol en mi rostro fue lo que me despertó, ¿qué está haciendo Raven? Con ella nunca se sabe, me levanto y salgo de mi habitación, bajo por las escaleras, mientras lo hago siento el olor de un desayuno delicioso. Al llegar al último escalón veo a Raven en cuatro, limpiando bajo los muebles. Me siento en el escalón y disfruto de la vista. Ella lleva un pequeño vestido blanco, se marcan sus bragas y puedo ver un poco de su culo. Es redondo y perfecto, siento como mi m*****o se levanta rápidamente. Ella tararea y continúa limpiando, cuando termina se levanta y voltea. —¡Alessandro, maldición! Me asustaste, buenos días. —¿Siempre te vistes así? —¿No te gusta? Es que me siento cómoda y amo los vestidos. —¿Puedes venir? Ella se quita los guantes y se acerca a mí con una sonrisa. —¿Tienes hambre? El desayuno está listo, mi amor. —Siéntate en mis piernas, Raven. Ella obedece. Miro a todos lados, estoy tan impresionado. Ni Susan había dejado mi mansión así de limpia. —Mi amor, deberíamos ir a la habitación, siento que aún huele a desinfectante. ¿No te disgusta el olor? No le presto atención, no me importa que tenga ropa. Tomo sus tetas con ambas manos y las amaso a mi gusto. —¡Alessandro, te estoy hablando! Ella estornuda. —Quiero follarte por cada maldito rincón de la mansión, Raven, comencemos por las escaleras. —¡No, no quiero en este momento! —Dijiste que eras mía, bueno, eso pensé. —No te molestes, me levanté desde las cuatro de la mañana a limpiar, aún no tomo un baño y estoy sudada, es por eso. Iré a darme un baño y vuelvo. —No me importa, tú siempre hueles muy bien, Raven. Después podremos tomar un baño juntos. —Está bien, entonces si quiero, mi amor. Después de follar en las escaleras, lo repetimos en la ducha, al terminar y salir del baño la miró mientras seca su cuerpo, lo hacemos por tercera vez. Me dejo caer sobre la cama desnudo y mojado, junto a ella. —Alessandro, el desayuno se debe de haber enfriado. Me volteo y la miro, tiene el cabello mojado y... —¡Raven, ve a vestirte! —¿Hice algo, malo? Su labio tiembla. —Raven, no fue mi intención levantar la voz, lo siento. Es que te deseo tanto, y no quiero lastimarte como la primera vez. —Soy tuya, mi amor, puedes hacer lo que quieras conmigo. —Lo sé, pero ve a servir el desayuno, muero de hambre. —Está bien, lo haré. Ella se levanta y cierro los ojos para no volver a verla desnuda. Hasta que cierra la puerta los abro y me levanto. Seco mi cuerpo y me visto, este día quiero trabajar y debo salir por algunas horas, así que me visto contra formal como siempre. Bajo y voy a la mesa, cuando llego el desayuno está servido. Creo que podría acostumbrarme a esto. Ella me sirve un poco de café y se sienta a mi lado. —Espero que te guste, mi amor. —Sabes cocinar muy bien, ¿aprendiste solo de tu madre, o estudiaste gastronomía? —Mis padres contrataron a una chef profesional cuando era niña, pasaba mucho tiempo sola y está hermosa y muy amable mujer se quedaba conmigo. Me gustaba verla preparar mis alimentos con tanta pasión, un día noto mi interés y me dijo que si quería le podía ayudar. »Acepte y mi primer plato fueron galletas de limón y menta, me sentí orgullosa y me di cuenta de que me gustaba cocinar, pero había algo más que eso. Lo que más amaba es ver el rostro de felicidad de mi familia al probar esas galletas. Desde ese día ella me enseñó más de 32 platillos de alta cocina y algunas recetas de postres. Por desgracia, un familiar de ella murió y volvió a su país, siempre estaré agradecida con ella. Lo siento, no quiero aburrirte, mi amor. Sé que hablo mucho algunas veces. —Me gusta escucharte, hablarle más de ti, Raven. Mientras desayunamos me platica muchas cosas sobre ella, ¿cómo puede ser tan inteligente y aprender muchas cosas? Después del desayuno, Raven levanta la mesa y va a la cocina para lavar los platos sucios. Yo voy a mi oficina y hablo con algunos clientes, aunque la llamada más importante era del dueño de los barcos. Cuando termino de hablar voy a la cocina a buscar a Raven, ella se encuentra ordenando el refrigerador. —Raven, debo salir por algunas horas, volveré pronto. —Está bien, cuídate, mi amor. —Volveré para el almuerzo, Raven. —Haré algo delicioso para ti, Alessandro. —Está bien, nos vemos pronto. Salgo de casa y subo a mi auto. En el camino recibo una llamada, miro la pantalla de mi móvil y es el hombre de los barcos. —Hola, señor Walter. —Alessandro, quiero informarte que tengo otro comprador que ofrece el dinero completo, sabes que estos son negocios. —¿Quién es él? —Su nombre es Calum, un muchacho rubio muy amable. —¿Aún no hace el trato? —No, aún no, quiero saber la oferta de ambos y tomaré una decisión. —Está bien, señor, estaré ahí pronto. Ese maldito bastardo de Calum. Raven. Después de lavar la ropa y hacer algunas cosas que aún me faltaban término de limpiar toda la mansión. Me dejo caer cansada sobre el sofá, aunque me gusta, todo se encuentra tan limpio y huele tan bien. Después de descansar por una hora, voy a hacer el almuerzo. Mi celular suena, es Alessandro. —¡Hola, mi amor! —Raven, no podré almorzar contigo, llegaré un poco más tarde, las cosas se complicaron. —Está bien, no te preocupes, mi amor, nos vemos. Cuelgo y siento mariposas en el estómago, imaginó cuando sea su esposa. De la misma forma estaré en casa y esperaré por él, por mi esposo todos los días junto a nuestros hijos, talvez podamos adoptar o con un tratamiento como dijo la doctora podríamos intentar tener unos propios. Por un momento lo había olvidado, le llamaré a Cassie y después a mis padres. Alessandro. Por la tarde. El día lo sentí tan largo, me siento tan frustrado y molesto. No entiendo por qué me siento así, pude completar el negocio de los barcos, pero es como si algo me faltara. Nunca me había sentido así antes. Son las cuatro de tarde. Tomo el camino para entrar al bosque y llegar a la mansión, por alguna razón siento felicidad una vez más. Llego a casa, estaciono el auto y bajo para entrar a casa. En la entrada me espera Raven. —¡Hola, mi amor! Ella corre y me abraza. —Te extrañé tanto, mi amor. Vamos adentro. Esa sensación extraña se fue al verla a ella, sin darme cuenta y en este punto, sé el motivo de esa sensación, yo la extrañé. Por primera vez siento que esta mansión es mi hogar, ella le dio vida a todo, incluyéndome a mí.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR