La confusión de Alessandro.

1326 Palabras
Alessandro. Me despierto y me siento tan relajado, volteo hacia todos lados y esa niña no se encuentra por ninguna parte. ¿Qué está haciendo? Platique con ella para saber más información, pero me dormí. Veo la hora en mi reloj, ¡son las cinco de la tarde! ¿Cómo pude dormir tanto? No importa. Me levanto y estiro mi cuerpo mientras levanto los brazos, escucho mis huesos tronar y eso me causa satisfacción. Busco ropa limpia, la dejo sobre mi cama mientras tomo un baño, al salir seco mi cuerpo y me cambio con ropa cómoda. Me tomaré la tarde libre y no voy a trabajar. Bajo a la cocina y ahí está ella, se encuentra de espaldas lavando algunos platos. La observo, tiene un cuerpo perfecto, tiene 18 años y ninguna de las putas que me follo en el club tiene ese cuerpo, ¿cómo es que las chicas de hoy son tan desarrolladas? Ella se voltea y me sonríe. —Qué bueno que despertaste, bello durmiente. —¿Por qué no me despertaste? —Sé que trabajas mucho y estás cansado, si te despertaba volverías a trabajar, mi amor. No te enojes, por favor, te preparé lasaña, mi madre me enseñó a prepararla, esta deliciosa, ¿te sirvo un poco? —Está bien, me sentaré en la mesa y te espero. —¡Alessandro... espera! Ella corre y me besa. —Sé que solo fueron algunas horas, pero sentí que fue una eternidad, mi amor. Cuando estoy sin ti siento que una parte de mí está incompleta. Sin decir nada me separo de ella y voy a la mesa. Me siento y yo... ¿Qué me está pasando? Siento un nudo en la garganta, no sentía esto desde que era un niño en el orfanato. Nadie me había dicho que me necesitaba, ese te necesito será lo más sincero y puro que me han dicho en la vida. Golpeó mi frente con ambas manos, soy Alessandro Tamar, un gánster sin sentimientos, un hombre cruel y sin emociones, no me dejaré llevar por las palabras estúpidas de esa puta niña. —¡Aquí tienes, mi amor! Espero que te guste, iré por algo de tomar, volveré pronto. Después de algunos minutos ella vuelve, me sirve una copa de vino. Se sienta y empezamos a cenar. —¿Te gusta, mi amor? —Sí, debo admitir que sabes cocinar. ¿Por qué bebes jugo? —Es que no puedo beber vino, no es que me haga daño, el olor no me gusta. —¿Cómo sabes que no te gusta algo sin antes probarlo? Sé que el olor es un poco fuerte, pero es delicioso. —No, no quiero, gracias, mi amor. Escucho que la puerta se abre, sé que debe ser ese imbécil, maldito el día que le di una copia de mis llaves. —¡Buenas tardes! —¡Hola, Calum! —Hola, hermosa, ¿no es un poco temprano para cenar? —Lo sé, pero Alessandro no almorzó, así que estamos cenando temprano, ¿quieres un poco? —Huele delicioso, será un honor probar algo que fue preparado por tus manos, linda. —Eres muy amable, volveré pronto. Calum se sienta y estoy tan molesto. —¿Por qué entras así a mi casa, imbécil? —No te enojes, amigo. Sé que odias a Raven, solo la estás usando para vengarte, pero no lo entiendo, ¿por qué no quieres compartir? Solo préstamela por una noche, ella se seguirá amando y podrás terminar tu venganza. —No. —¿La amas? —No y lo sabes, si haces otra vez esa pregunta te corto la lengua. —Está bien, no lo haré, pero eso es lo que pienso, ya que la proteges tanto. —Cuando termine con ella te dejaré el camino libre y puedes hacer lo que quieras. —Gracias, amigo, entonces mientras espero voy a volverme su mejor amigo, con permiso. Él se levanta y va a la cocina. Continuó comiendo, estoy a punto de terminar mi cena cuando escucho una botella romperse. Voy a la cocina y miro a Raven con sangre en su rostro y manos. Calum se encuentra en el piso, una botella se encuentra rota a su lado. —Alessandro, yo no quería hacerlo, pero intento tocarme a la fuerza, lo juro. Por eso le quebré la botella en la cabeza. —Tranquila, tráeme el botiquín que está en mi oficina. Ella obedece, llevo a Calum al sofá. —Aquí está el botiquín, Alessandro. Curó la herida de Calum, mientras lo hago él se despierta y hace una mueca por el dolor, después lleva su mano a la herida. —No te toques, estoy curando tu herida, imbécil. Por último le coloco una gasa y pongo alrededor un poco de cinta. —Ya está, Calum, deja de quejarte. Calum mira a Raven, se levanta y camina hacía. —Calum, lo sien... Él le da una bofetada que la lleva al piso, ella me mira mientras llora y tiene el labio partido. —¡Maldita puta! ¿Quién te crees que eres? Siento lo mismo que sentí hace algunos días cuando Calum me dijo que se la vendiera, fuego en mi sangre. Golpeó a Calum en la boca varias veces hasta tirarlo, él intenta hablar, pero no se lo permito. Lo tomo del cuello y lo saco de mi casa, cierro la puerta y voy con ella que aún llora sobre el piso. Le entrego mi mano y ella la toma para levantarse. Después me abraza mientras llora. —Yo no quería, Alessandro. —Lo sé, tranquila. Sin darme cuenta estoy acariciando su espalda. —Siéntate un momento, quiero revisar tu labio. Curo su labio y mientras lo hago no deja de llorar. —No quiero que llores más, solo te defendiste. —Es que me siento mal. —¿Por esa basura? —Me dijo que tú nunca me amarías y que no me llamarías por mi nombre jamás, eso me hizo sentir muy triste. Yo soy una buena persona, nunca le hago daño a nadie, ¿por qué Calum me trata así? Tú también me golpeas cuando te molestas y eso rompe mi corazón. —Raven, nunca volveré a tocarte, y ese bastardo te acosa porque eres hermosa, no intento justificarlo, pero sabe que me amas y al no poder tenerte es como si fueras un reto imposible. —Yo no soy linda, solo soy una chica normal y... ¡Espera un momento! Ella limpia sus lágrimas y se lanza sobre mí. Se siente en mis piernas y me besa. —¡Dime que no fue una alucinación! ¡Me llamaste por mi nombre, mi amor! Soy tan feliz, espere mucho por este momento. —Te llamaré por tu nombre de ahora en adelante, lo prometo, Raven. —¡Dilo una vez más, por favor! —Raven. Ella me besa y llora otra vez. —¿Qué pasó ahora? —Lo siento, son lágrimas de felicidad. —Sí, sí, como sea, ve y lava tu rostro, te llevaré por un helado, ¿quieres, Raven? —Está bien, volveré pronto y nos vamos. Ella se levanta, pero segundos después vuelve. Me abraza por la espalda y las palabras que me dice al oído por alguna razón me dejan sin palabras. —Mi amor, hoy dimos un paso más, primero hicimos el amor y ahora me llamas por mi nombre, quiero ser tuya para siempre, el último paso será casarnos y compartir nuestras vidas juntos, iré a cambiarme y lavar mi rostro, te amo y sabes que daría la vida por ti, Alessandro. Deja un beso en mi mejilla y mi corazón late con fuerza, es como si fuera a salir de mi pecho. ¿Siento lo que creo que siento? ¡No, no es verdad! Creo que es taquicardia, o un ataque al corazón, se me bajo la presión. Sí, eso es. Iré al doctor mañana.
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