Raven.
Después de preparar el desayuno lo dejo servido en la mesa, yo solo desayuné un sandwich en la cocina y un poco de café. Me siento tan triste. Limpió la cocina y después de terminar paso a un lado de Alessandro, él se encuentra desayunando.
—¡Oye, niña!
—¿Qué quieres?
Me siento tan harta y molesta que no me llame por mi nombre, hasta a los animales se les da un nombre y se les llama por él. Creo que él me trata peor que a un animal.
—¿Cómo es que no comes? Deja de actuar como una maldita malcriada y desayuna.
Me acerco a él y me siento a su lado.
—Alessandro, ¿ante tus ojos que soy? ¿En verdad no valgo nada?
—Juro que si digo lo que estoy pensando, sé que vas a llorar, ¿en verdad quieres escuchar la verdad?
—¿Por qué eres tan cruel? Yo soy una buena persona, no podría lastimar ni a un pobre animalito.
—¡Tú no, pero tú...!
—¿Quién?
—Déjame desayunar tranquilo, ve a tu habitación.
—Alessandro, ¿crees que soy bonita?
—La belleza es subjetiva, niña.
—Entonces es un no, ¿verdad?
—Te falta ser más mujer como Emily, por ejemplo, ella tiene 27 años y no se viste con colores rosas y tiene esa voz chillona de ardilla.
—¿Entonces si fuera como ella te gustaría?
—Talvez.
—¡Está bien! Iré a mi habitación.
Al llegar entro y cierro la puerta, busco en mi maleta. Solo tengo un vestido corto y rojo que mamá me regalo, era de ella. Su tela es de satín y se ajusta al cuerpo, busco en mi bolso un poco de maquillaje, no suelo usar mucho, pero ahora será el momento.
Alessandro.
Hace algunos minutos me llamó Susan, para mi desgracia renunció. Debo buscar a otra persona para que se encargue de la mansión. Aunque la persona que contraté no quiero que vea a esa niña, después harán muchas preguntas sobre nuestra relación.
«¡¿Relación?!». ¿Qué demonios estoy pensando? Son las diez de la mañana y me siento extraño, no me siento de humor para trabajar. Últimamente, he tenido problemas para dormir, desde que esta puta niña llego a mi vida me encuentro peor, si ella se va de mi vida todo sería como antes.
Voy a mi habitación, al entrar lanzó sobre el sofá de mi habitación mi saco, más tarde, aflojó mi corbata y me dejo caer sobre mi cama, coloco una almohada por debajo de mi cabeza. Todo está perfecto, tanto silencio.
¡Tanto silencio y tranquilidad! ¡Ese demonio debe estar tramando algo! No es normal este silencio.
Estoy a punto de levantarme cuando ella entra a la habitación. Tiene maquillaje y parece como de 25, ese vestido se le ve increíble, sé que es hermosa, pero eso no quiere decir que me guste.
—¡¿Qué te parece?! Tienes razón, me veo muy joven, ¿crees que así podría gustarte un poco?
—A ver, una vuelta.
Ella se da la vuelta, algo no voy a negar, tiene un cuerpo de diosa griega, es como si no supiera como se ve, ¿a caso tiene problemas en la vista?
—Ven aquí, niña.
La tomo de la mano y la llevo a mi baño, tengo un espejo de cuero entero. Le pido que se mire al espejo y yo me colocó detrás de ella.
—Dime, ¿qué ves?
—A mí.
—¡Lo sé, niña! Me refiero a ti, ¿cómo crees que eres?
—Oh, lo entiendo. Soy Raven, una chica normal de 18 años, enamorada de Alessandro Tamar de 33 años, ¿y, que más...?
—No me refiero a eso, ¿qué demonios te pasa?
La tomo de los hombros y hago que me mire a los ojos.
—Escucha, eres una rubia de ojos verdes, las chicas de tu edad son porristas de universidad, salen con el más popular. Son arrogantes y tratan mal a las personas diferentes, ¿lo entiendes?
—No puedo ir a la universidad por mi enfermedad, y tengo buena flexibilidad porque aprendí ballet en casa, pero no me gustaría ser porrista. Además, ¿por qué trataría a alguien mal solo por ser diferente?
—A eso me refiero.
Ahora me doy cuenta hasta qué punto es inocente, el maldito de su padre la encerró como una princesa en una torre para evitar que otros las lastimaran como él lo hizo en el pasado. Y al darme cuenta de esto se me ocurre el mejor plan de todos, pensé en solo usarla y hacer que sufriera por mí, sin embargo. Quiero que Jacob vea a su pequeña niña inocente suplicar por mí, quiero llegar a un punto en donde Jacob "casualmente se entere de lo que hace su inocente hija". Quiero que esta niña supliqué por estar conmigo hasta el punto en el que me prefiera a mí que a su propio padre.
Jacob Braus me robo la felicidad, me hizo la vida un infierno por años, robo mi inocencia con dolor tanto físico como emocional. En esta vida pagan justos por pecadores. Este es el caso perfecto.
—Alessandro, dime, ¿te gusto así?
La pego a mi cuerpo y le doy un abrazo, ella salta de la emoción.
—¡Sabía que te gustaría! Me siento tan feliz.
—No, no me gusta, creo que luces más bonita sin todo eso.
—Entonces me lo quitaré, ¿en verdad piensas que soy bonita?
—Al natural, creo que sí.
Ella sale de la habitación muy feliz, ¿por qué no pensé en esto antes? Sonrió para mí mismo, después de algunos minutos ella entra a la habitación sin maquillaje y con su cabello en una cola alta.
—¿Pueda darte un beso, mi amor?
Asiento y ella se acerca, cuando sus labios tocan los míos la beso suavemente, ella aprende rápido y besa delicioso. Por supuesto aprendió del mejor, la cargo y la estiro sobre la cama, me coloco sobre ella. Beso su cuello, después parto a la mitad su pequeño vestido y lo arrojó al piso.
Muerdo y paso mi lengua por sus senos, ella gime y tiembla un poco. Después bajo lentamente por todo su cuerpo, dejando besos, hasta llegar a su sexo. Saco su tanga y abro sus piernas, dejo besos húmedos entre sus piernas hasta llegar a su botón de placer. Muevo mi lengua lentamente, hasta hacerlo más rápido.
—Sí, así, no pares por favor, mi amor —susurra.
Hago que se venga en mi boca, subo por su cuerpo y beso una vez más su cuello mientras el orgasmo aún se apodera de su cuerpo, y ella tiembla de placer. Cuando se recupera, me acuesto sobre la cama.
—Quiero que me montes, niña.
Ella lo piensa por un momento.
—¿Y sí no puedo hacerlo?
—Yo te enseñó, ven aquí.
Ella obedece y se sienta sobre mí, agarro sus caderas con ambas manos. Le ayudó hasta que ella puede hacerlo sola, como dice antes, aprende muy rápido. Mueve las caderas de forma tan deliciosa, ella se inclina para besarme, la tomo del cabello mientras muerdo sus labios y juego con su lengua.
En un movimiento rápido me pongo sobre ella, la embisto sin piedad hasta correrme dentro de ella. Ella también tiene su segundo orgasmo, me acuesto a su lado mientras recuperó el alimento.
Ella pone su cabeza en mi pecho, acarició su cabello.
—Te amo, Alessandro.
—¿Cuánto?
—Te amo tanto que no sabría decir cuanto, por qué no existe un número para enumerar cuanto te amo.
—¿Y si tus padres se enteran? ¿Estarías dispuesta a hacer lo que sea para estar conmigo?
—Sí, lo estaría. Nunca nadie podría separarnos, mi amor.
«Eso era justo lo que quería escuchar, niña estúpida».