Ya son más de las once cuando llegamos al hotel ubicado a orillas de la paradisiaca playa que tiene este lugar, y el hombre del hotel no hace más que recibir su propina, cuando yo cierro la puerta con mi pie y voy hacia donde esta ella. Luce hermosa con ese vestido blanco que se puso para venir aquí. La miro fijamente y ella se muerde los labios de manera provocativa —¿Qué tan cansada estas?— Le pregunto y hace un gesto que me provoca. —Es nuestra luna de miel, no puedo estar cansada— Responde esquivando el tema y me paro frente a ella. Llevo mis dedos a su cabello perfectamente ondulado y niego —Dime la verdad, ¿Cómo va este corazón?— Insisto. —Está muy bien señor Sagasty, ¿porque mejor no deja de preocuparse tanto y me quita este vestido? Hay una sorpresa para ti— Me dice y la miro s