ADAM Aterrizo el jet, la señorita François sonríe alegremente, al parecer está satisfecha con mi trabajo. Le ayudo a bajar, y al hacerlo queda muy cerca de mí, pero pongo distancia entre ambos de inmediato – Me encantó – dice ella y me sonríe con alegría – Me alegro señorita François –le contesto con amabilidad – Si no me necesita para algo más, voy a – digo, pero ella habla – De hecho… ya es tarde, vamos a cenar – me dice y niego – Muchas gracias, pero cenare en el hotel – le contesto, pero ella niega y se acerca, se cuelga de mi brazo y me mira – Anda, vamos, no quiero cenar sola, por favor – me dice casi como suplica, rayos – Es una orden, capitán – me dice con seriedad y después se ríe, me río brevemente – Conozco un restaurante francés exquisito, vamos – dice y caminamos, no