[MAIA]
Sus ojos cafés están enrojecidos «¿ha estado llorando?» Es la primera vez en todos estos meses que he tenido el valor del golpear su puerta y mucho más el valor de verlo directamente a los ojos —¿Por qué no me lo habías dicho? También es mi amigo. — Le reclamo y sin que lo pueda evitar las lágrimas vuelven a rodar por mis mejillas.
Él toma mis manos entre las suyas y esa extraña y única sensación que siempre me invadió cuando su piel y la mía entraban en contacto, vuelve a recorrer mi cuerpo. Yazid me hace levantar del suelo y me lleva hasta el sofá para que me siente allí.
No dice nada, solo se agacha frente a mí y me mira fijamente —No me correspondía a mi decírtelo. Él me pidió que no lo hiciera.— Se explica y niego con la cabeza.
—No es justo. Si yo hubiese sabido antes... es que... ni siquiera sabía lo que sentía por mí. — Digo entrecortado tratando de explicar lo que me pasa por dentro.
—No se atrevía a decírtelo. — Me dice y no esperaba que él supiera eso.
— ¿Tú lo sabías? — Cuestiono con un hilo de voz y él asiente.
—Lo he escuchado hablarme de ti muchísimas veces.— Confiesa y esta vez no me mira.
«No lo puedo creer... no... es que es imposible...»
Sin poder evitarlo sujeto su rostro con mis manos y hago que me mire —¿Eso ha influenciado para que tú no pudieras enamorarte completamente de mí?— Pregunto con un tono de rabia.
Él no me dice nada, es como si estuviese pensando su respuesta más de la cuenta. —Eso ya no importa Maia.— Es lo único que me responde —¿Cuándo te confesó lo de su enfermedad? — Me pregunta y se pone de pie haciendo que lo suelte y luego se sienta a mi lado.
—No me lo confeso, lo descubrí el otro día en su casa. Fue por una copa de vino y vi un sobre del hospital donde estuvo en Houston y recordé que me dijo que había estado allí casi todo el año que estuvo desaparecido... abrí el sobre y leí lo que decía. Cuando me vio leyéndolo me explico todo y me quise morir.— Le explico.
— ¿Ya habías aceptado ser su novia antes de enterarte de eso?— Me pregunta sin mirarme.
Niego, —No. Había ido a su casa para hablar de un beso que él me había dado hace dos días. Necesitaba aclarar las cosas con él porque aquella noche no sabía que decirle, pero cuando iba a decirle que no estaba enamorada de él como él lo estaba de mí, me entere de la verdad.—
—¿Por eso aceptaste?— Presiona.
Asiento —Si, entendí que no quería romperle el corazón. No lo amo, pero quiero hacerle feliz.— Explico en un susurro mientras que las lágrimas siguen su camino.
—Te admiro Maia, debe de ser muy difícil para una mujer entregarse a un hombre sin estar enamorada. Para nosotros los hombres, eso funciona un poco diferente, pero, ustedes...— Intenta decir, pero le interrumpo.
—¿De qué hablas? Felipe y yo aún no...— Intento decirle, pero la manera que voltea a mirarme no me permite seguir hablando.
—Pero, es que... yo lo escuche recién cuando te propuso que tuvieran un hijo.— Dice totalmente sorprendido.
«¿Ha estado escuchando detrás de la puerta?»
—Yazid, no sé qué has escuchado, pero, Felipe... no sé ni como decírtelo porque creí que lo sabías, pero es que el tratamiento contra su leucemia lo ha dejado imposibilitado de tener hijos.— Le explico.
—¿Entonces? Es que no entiendo...— Inquiere.
—Cuando el doctor le advirtió de las posibilidades que existían de que eso sucediera, él fue a una clínica de esas que congelan... ya sabes de lo que hablo.— Intento explicarle, pero me pone muy incómoda hablar de todo esto con él.
—¡¿Él quiere que te insemines?!— Pregunta alterado y no entiendo su reacción.
—Básicamente...—
—j***r Maia, no puedes aceptar una cosa así. No por lo de la inseminación, pero porque no lo amas. Yo comprendo que quieras hacerlo feliz estando con él, pero un hijo ya es demasiado. — Expresa mientras se levanta del sofá y camina de un lado al otro de la sala.
No entiendo su reacción. —¡Yo no sé qué es lo que te sorprende! ¡Tú has estado un año conmigo sin siquiera amarme! ¡No se cuántas veces me has follado sin siquiera sentir nada por mí! ¿y ahora me reclamas porque hago lo mismo por una buena causa?— Le reclamo y también me pongo de pie ya que realmente siento rabia.
—¡Entiendo todo, pero no puede pedirte que tengas un hijo suyo solo porque está enfermo! Es que si tan solo fuese que quiere estar contigo y ya... pero, un hijo es demasiado Maia...—
—¿Es decir que si tengo sexo con él está bien, pero un hijo no?— Le pregunto dando dos pasos hacia él.
—Es que nada está bien, pero sé que lo hace feliz estar contigo.— Dice alterado y sus palabras llaman mi atención por completo.
—Yazid, ¿Por qué hablas así? — Le pregunto, pero él no me mira. — ¡Mírame j***r!— Le grito y levanto su rostro con mi mano para que me vea a los ojos.
—¿Qué?— Pregunta haciéndose el desentendido.
—Tú nunca quisiste que él supiera que nosotros estábamos juntos ¿era por esto?— Le pregunto y es más una exigencia que pregunta.
—No quería que mi mejor amigo me odiara por estar contigo.— Susurra.
—¿Qué te odiara por estar conmigo? ¿o que te odiara por estar conmigo sin amarme?— Presiono.
—Como sea Maia. No quería que me odiara. — Dice con soltura.
—¿Y porque te importa tanto si tengo o no un hijo de él? En todo caso, es mi problema, ¿no?— Digo como si nada.
Él levanta su mirada y me mira fijamente —Porque te amo con todo mi corazón Maia.— Expresa mientras que por su mejilla cae una lagrima.
—¿Qué?— Logro preguntar y doy dos pasos hacia atrás soltándolo.
—Lo que escuchas, pero tú y yo no podemos estar juntos. No ahora, no cuando él te ama como lo hace.— Dice y siento mi mundo sacudirse por completo ante sus palabras.
«Esto tiene que se broma...» No... es que no me puede decir esto después de todo lo que he sufrido por él.
—No puedes decirme esto.— Digo totalmente confundida. —Es que no es justo que me lo digas ahora.— Continúo hablando con muchísima rabia y sin poder soportar su presencia, salgo huyendo de su piso y corro por el pasillo hasta subir al elevador y así huir a algún sitio donde mi mente pueda poner todas sus ideas en orden.