Capítulo 5: Nuevas Realidades

1018 Palabras
[YAZID] Unas semanas después 19 de agosto Diez de descanso luego once conciertos maravillosos. De nuevo en Barcelona, y por primera vez siento que el mundo tiembla bajo mis pies. Sabía muy bien que me podía encontrar con esto, pero no creí que fuera al apenas llegar a mi piso. Felipe me había dicho que le había costado varios días el que ella le diera una oportunidad para que la conquistara cuando le confeso su amor aquella noche, pero al parecer en estas semanas lo ha logrado. La veo a ella acorralada entre la puerta y el cuerpo de quien es mi mejor amigo, y hago mi mejor esfuerzo para no cruzar mi mirada con la suya. Felipe voltea al escuchar mis pasos y el ruido de las ruedas de la maleta, y sonríe —¡Yaz!— Dice emocionado y se acerca a mi. Lo observo detenidamente, y se ve aún más flaco que la ultima vez que lo vi cuando conversamos al día siguiente que hablo con ella —¡Hola, amigo!— Digo fingiendo estar contento y lo abrazo. —¿Has regresado de la gira?— Pregunta al ver mi maleta. —Solo por unos días.— Me limito a responder, y por educación la miro —Hola Maia.— Me cuesta tanto llamarla por su nombre y no como solía hacerlo cuando estábamos juntos... extraño decirle "cielo" o "mi amor." —Hola.— Contesta seria y apenas me mira. «¿Qué esperabas Yazid? ¿Qué te abrazara? Pues no... eso no sucederá.» Me informa mi subconsciente.  —Sé que ustedes dos están enojados entre si y no sé ni muy bien que fue lo que sucedió, pero les pido que hagan un esfuerzo. Yazid es mi mejor amigo, y bueno... ahora mi niña... mi niña es mi novia. — Dice mirándonos a los dos y siento que me han clavado un puñal en el medio del corazón. Duele, vaya que duele... Pero es lo correcto. —Felicidades, hacen una muy linda pareja.— Expreso y les doy una falsa sonrisa —Amigo, lo siento, pero, es que estoy agotado. Hablamos luego, ¿sí? Nuevamente felicidades.— Digo firme y sigo de largo para abrir la puerta de al lado. Al entrar a mi piso, dejo la maleta a un costado, y cierro la puerta. Me apoyo contra la misma y dejo que todas las lagrimas que venia evitando al verlos juntos, sean libres. Caigo sentado en el suelo y me quedo aquí escuchándolos. —Piensa lo que te he propuesto— Escucho que le dice él. —Feli... yo no puedo... no me siento lista para eso...— Oigo que responde con dudas y me quiero matar. No pueden estar hablando de lo que pienso... No quiero ni imaginármela en sus brazos. —Mi niña, yo no tengo mucho tiempo de vida, y quiero que tú seas la madre de mi hijo... quiero dejar un pedacito de mi en esta tierra.— Le dice y no puedo creer lo que acabo de escuchar. «¡¿Le esta proponiendo que tengan un hijo?!» No... eso si que no lo puedo soportar. Al menos esto me deja claro que él ha sido valiente y le ha dicho de su enfermedad. —No digas eso amor. Tú vivirás muchos años más.— Habla ella y por el tono de su voz, sé que esta llorando.  «Le ha llamado amor... me encantaba cuando me llamaba así.» Debo ser masoquista por estar escuchando lo que dicen, pero no lo puedo evitar.  —Cari, yo he sido completamente honesto contigo por que te amo con todo lo que queda de mí. Los doctores han sido muy claros, ya no respondo al tratamiento... tengo leucemia linfoblástica aguda y esta acabando conmigo día a día. Me han dicho que tengo unos seis meses de vida más como mucho y los quiero pasar contigo. Quiero dejarte un pedacito mío aquí contigo.— Le dice y escuchar que mi amigo se va a morir y que le esta proponiendo tener un hijo al amor de mi vida, duele de la peor manera que algo me haya podido doler.  La escucho llorar y sé que a ella también le duele que él este condenado a morir. —Déjame pensarlo amor, yo no estoy preparada para ser madre... pero, por ti lo pensare, ¿sí?— Le dice y no puedo escuchar más lo que dicen.  Me levanto, voy hacia el sofá, me dejo caer en este y cierro mis ojos intentando perder la noción del tiempo y espacio. En este momento quisiera irme a otro planeta y pretender que allí nada de lo que me esta sucediendo ha ocurrido. Quiero imaginarme que soy yo quien que esta con ella y le propone que tengamos un hijo. Quiero volver a estar entre sus brazos y recorrer su piel con la devoción que tanto quiero volver a hacerlo... [...] No tengo fuerzas para levantarme de aquí. No se cuanto tiempo ha transcurrido... —¡Yazid ábreme esta maldita puerta!— Me grita ella del otro lado y todo mi ser tiembla al escucharla.  Es la primera vez desde que lo hemos dejado, que ella golpea a mi puerta. Es la primera vez que pronuncia mi nombre... Respiro profundo, tomo valor, me levanto, y voy hacia la entrada para abrirle.  Al verla allí parada mirándome como lo hace me deja sin palabras. —¡¿Por qué mierda no me habías dicho lo de Felipe?!— Me reclama con sus ojos llenos de lagrimas y no tengo el valor de ni siquiera verla a los ojos. —¿Hablemos, sí?— Propongo abriendo más la puerta para ofrecerle que entre. Llena de rabia, ella entra y se deja caer al suelo apoyada a la pared como hace un instante yo lo estaba. Cubre su rostro con sus manos y puedo escuchar su llanto —Maia, tranquilízate por favor...— Le digo agachándome a su lado, y por primera vez en todos estos meses nuestras miradas vuelven a cruzarse y siento que el mundo se detiene. 
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