Buen día, mundo. Hmm… ¿Qué hora será? Hoy por alguna razón, la cama se siente más calentita que otros días, como si Alfonzo no se hubiera levantado para ir al trabajo aún. Lo que no ha de ser así bajo ninguna circunstancia. Lamentablemente para mí, ya estoy acostumbrada a despertar sin poder ver a mi lado al único rostro que podría desear ver al abrir mis ojos. El rostro del hombre que amo. Abro un ojo y luego el otro, y entonces… me siento feliz. Felizmente sorprendida porque lo encuentro. A él, mi Apolo, mi Adonis. El dios más bello del Olimpo entre mis sábanas. Alfonzo. ¿Qué hace aquí? En vez de estar durmiendo tan cómoda y angelicalmente a mi lado, debería estar ya camino a la oficina y… y… ¡Madre mía! ¡Son las ocho y treinta de la mañana! Llegará tarde y se va a molestar por e
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