Ser madre no era fácil, tenías que hacerte cargo de la casa, de tu hijo y esposo. Tener la comida hecha, para cuando este llegara del trabajo. Ahora comprendía a las madres. No había tenido ni tiempo de bañarme, mi pijama estaba vomitada por Megan. La niña se encontraba un poco enferma. Ahora mismo estaba dormida en su cama. —Hola, amor. He llegado a casa. —Estoy en la cocina —grito. Me da un beso en los labios y me mira. —Te ves…—no termina la frase, porque lo hago en su lugar. —Como la mierda. —bufo. Sus cejas se alzan. —Yo no he dicho eso, amor. Iba a decir que te ves muy cansada. ¿Sucede algo? —Lo siento, cariño. Solo que Megan ha estado un poco enferma, me ha vomitado encima —le enseño mi pijama. —Ya le hablé a su pediatra y me ha dicho que hacer, ahora está dormida. Pero tod