Capítulo 5

1088 Palabras
La casa estaba llena de risas, toda la familia estaba presente. La hermana de Becky, su esposo e hijos. Fredy había venido igual. Hasta se encontraba Ribón. Era bueno, verlos a todos otra vez reunidos. —¿Puedes saber lo que estoy pensando? —Fredy estaba enfrente de mi con el ceño fruncido. —¿Disculpa? —Eres el amor de mi vida. Escuché en mi trabajo la otra vez a alguien decir, que cuando amas a alguien y es el amor de tu vida. Ese amor es mutuo, saben a través de los gestos, lo que esa persona esta pensando. ¿Lo sabes? —alza una ceja divertidamente, y no puedo aguantar no reír. —¿Estas hablando enserio? —no creía que pudiera hacerme esa pregunta ahora, en medio de una comida familiar. Porque, de hecho, lo que él estaba pensando ahora no incluía a nadie en la habitación, y nuestras ropas se encontrarían en el suelo despojadas de nuestros cuerpos. —Lo hago, —me sonreí socarronamente. Rio otra vez. Mi copa de vino se derrama un poco, y trato de sofocar la risa que no puedo soportar. —eres el amor de mi vida. Y yo sé lo que estás pensando ahora. Me sonrojo, ¡me atrevo a sonrojar señores! —Ahora veo por qué me he casado contigo. No puedo decirte que no, a nada. Sus manos me toman de la cintura y me arrincona a su cuerpo. —Quiero que puedas hacer realidad mi pensamiento, —su voz se ha vuelto ronca y espesa. —Creo que deberías reconsiderarlo, hay una habitación con muchas personas —aclaro. —De hecho, puedo hacer realidad. Pero no ahora. Hace un puchero. —Soy el amor de tu vida ¿Por qué no me haces caso? —su voz es suave como la miel, y malditamente sexy a la vez. —Compláceme. —se acomoda los lentes, y eso me descoloca; verlo acomodarse los lentes con su dedo índice y esa barba de unos días que se carga, no es muy buena idea, ahora. Lo miro, esos pantalones caquis, con camisa de cuadros, lo hacen ver nerd, pero sexy. De ese tipo de nerds que te encuentras en un café escribiendo en su computadora, y sonríen cuando les gusta algo que ven, esa sonrisa de chico de pasta de dientes. Si señores, las bragas estaban mojadas ahora. Este hombre era mi esposo, y estaba pidiéndome sexo, y yo estaba negándoselo (por ahora) ¿Dónde rayos cogeríamos? Teníamos un bebé y no podíamos dejarlo tirado por allí, como a un costal de papas. —Hola, ¿Cómo se la están pasando? —Angie llega a bordo de nuestra conversación. —Los noto algo tensos ¿todo bien? —sonrío forzosamente. —Si, todo bien. —No, Angie. No hay nada bien. —Me giro para ver a Fredy ¿Qué está diciendo? —¿Fred? —Angie, como yo, estamos desconcertados. —Angie, eres nuestro ángel. Emma, y yo, necesitamos tiempo a solas. Y desde que la bebé llegó no hemos podido estar juntos. —ya sé por donde iba esto, iba a patear a mi esposo si no se callaba ahora. —tu haz de saberlo más que nadie. Ya sabes, Susan y Axel. Asiente. —Fredy, no digas esas cosas con Angie. —miro a Angie con tanta pena. Mis mejillas están sonrojadas cuando ella dice. —No se preocupen, me encargo de Megan. Es una niña linda y muy quieta. —hace una pausa. —les diré a los demás que tuvieron un percance. —me guiñó el ojo, antes de irme. —No puedo creer que le hayas dicho, —me queje a Fredy. —Yo tampoco —río. Salimos de allí, hacia un rumbo del atardecer que no sabíamos que nos esperaba. Pronto descubriríamos esa furtiva pasión que nos rodeaba. *** —La tarde había sido más que genial. Había estado con mi amante en la cama haciéndolo más veces de lo que había estado con él en el mes. Con la niña realmente era imposible, un tiempo a solas. Agradecía a Angie, que pudiera ayudarnos con ello. —Hay que repetir esto más seguido, —Fred me miraba a los ojos con una seducción tan caliente que hizo que me sintiera tan vulnerable. Sonreí. —Claro que lo haremos, ven —me monté encima suyo, y bajé mis labios a los suyos, comenzó con un beso furtivo, y después nuestros cuerpos estaban rozándose, la electricidad emergía de ambos cuerpos. Estábamos por estallar. Su mano se posó en mis piernas y las acariciaron, fui desabrochando su camisa que traía puesta y me la quité. Dejando al descubierto mis pezones, ya erectos. Sus labios se entreabrieron, y pude ver que tragaba saliva mientras me deleitaba con la mirada. Mordí mi labio inferior, para amortiguar un gemido, mientras sentía su bulto en mi centro, estaba segura que él había sentido mi humedad en su pelvis. —¿Sabes? Cada día agradezco a Dios, porque me haya casado como una mujer así, tan bella y sensual. Y que me haya dado la bendición de ser padre. Te amo, Emma. Eso me derritió el corazón. Y también me excitó. Lo besé, estaba vez tiernamente y después voraz, mi cuerpo y centro se empezaron a rozar con el suyo, sus manos cayeron en mis pechos y los aprisionaron, dándoles ese toque que hiciera que explotara de las sensaciones. Su m*****o se puso erecto y yo empujé un poco hacia arriba mis caderas, para poder montarme completamente dentro de mi hombre. Solté un gemido cuando entró todo. Los movimientos los comencé a hacer lento, poco a poco, dándole un ritmo placentero para ambos. Sus manos estaban por todos lados, estimulando a seguir más rápido, él comenzó a meterla y sacarla más fuerte, llegaba hasta el fondo de mi interior, que hacia que gritara de placer. —Más rápido, —urgí. Pronto su cuerpo cambio de posición, dejándome debajo de él y tomando mis caderas, hizo que sus empujes fueran más rápidos y duros, mi cuerpo comenzó a temblar, y pronto se sacudió cuando el clímax llegó a su punto, su cuerpo se desvaneció enfrente de mí, e hice que mis piernas lo apretaran más, el semen estaba se sentía deslizar por mis piernas, pero no me importó. Tenia al hombre que amaba entre mi centro. Levantó la cabeza para mirarme, y dijo. —Eres la mujer más bella. Sus labios me tocaron suavemente. Y sonreí. Era feliz. 
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR