
Hubo un tiempo en que el fuego y la luna soñaron el uno con el otro…
y de su encuentro nacieron dos almas destinadas a recordar lo que los dioses quisieron borrar.
Ixchel, hija de la sombra, y Xelhua, guerrero del sol, caminan entre los planos del Mictlán buscando un amor que no tiene permiso de existir.
Ella lleva tatuado en la piel el canto de las ancestras; él, la luz que puede destruir o sanar.
Si se tocan, el universo se quiebra… pero si no lo hacen, el alma se apaga.
Sin permiso para florecer es un mito tejido con obsidiana, fuego y ternura.
Un canto antiguo sobre los amores que desafían al destino,
las memorias que se niegan a morir
y las flores que, aun prohibidas, eligen florecer.
