—Pasajeros con destino a Suiza, por favor abordar por la puerta número doce. —El sonido del altavoz resuena en la terminal, atrayendo la atención de Erika, quien lleva sentada más de una hora esperando su vuelo. Su corazón late con fuerza mientras toma su maleta de mano y sigue a la corriente de personas que se dirigen hacia allí.
Para esa hora, Luzio y Milena ya deben estar casados y disfrutando de su fiesta. Por supuesto, ella se disculpó y dijo que debía acompañar a su padre en un viaje de negocios y que por esa razón no podría asistir. Por más que les desee toda la felicidad del mundo y haya aceptado su destino, todavía le duele, y mucho. Ir a esa boda sería como echar sal a la herida una vez más y prefiere evitarse a sí misma ese dolor. No hará ninguna diferencia que ella esté o no
