Sila tomó su lugar junto a su padre, al igual que sus hermanas. El rey animó a todos los invitados a bailar y la música no tardó en volver a escucharse.
Terran no podía acercarse, solo podía verla desde la distancia, preguntandose cuando volverían a estar juntos, hasta cuando tendría que seguir soportando esa distancia que los separaba.
Mientras estaba perdido en sus pensamientos, una chica se acercó a él y le pidió bailar, pero Terran no tenía ningún interés en ninguna otra mujer que no fuera Sila.
— Lo siento, pero no sé bailar.
De repente Terran sintió un escalofrío en su espalda, como si alguien estuviera apuntando una flecha a su cabeza. Al voltear, miró a Sila, ella se veía muy molesta.
Y mientras más mujeres se acercaban a él, su expresión parecía endurecerse aún más.
Marina s
