Liam tenía muy buen oído, desde la distancia en la que se encontraba había podido escuchar la conversación entre Adara y su padre. Escuchar sus palabras no le ayudaron en lo absoluto, solo hicieron que se volviera aún más difícil acercarse a él. Aun así, Liam se armó de valor y se acercó al rey Isaac, aclarando su garganta para llamar su atención. — Supongo que nos quedaremos algún tiempo en la frontera, para asegurarnos de que no vuelvan a atacar. — Te equivocas. — Todos los reinos que se unieron para atacarnos deben de estar muy asustados, si les quedan algunos hombres los usarán para reforzar sus propias fronteras, han tenido una derrota aplastante, lo normal sería que los conquistaramos. — ¿Y lo hará? — No me interesa expandir mi reino, así que no encuentro sentido hacerlo.

