Ismael De nuevo me encuentro en el suelo con el cuerpo pesado, dolorido, mis oídos parecieran haberse reventado al escuchar un extraño pitido que me impide comprender los susurros a mi alrededor, pero aun en medio de estos, soy capaz de escuchar los gritos de mis hijas y esposa. Intento abrir los ojos con cierta dificultad y de la misma forma que ordeno a mi cuerpo levantarse sin obtener posibilidad alguna de ello al haber tantas piernas a mi alrededor moviéndose contra mí, intensificando el dolor. He soñado esto tantas veces, que mi realidad a veces se distorsiona; en la realidad deseé tantas veces que eso fuese un sueño, que ya no soy capaz de mantenerme cuerdo por dentro siendo ahí, entre carne y huesos, el único espacio donde sigo gritando cada día y noche por la ausencia de sus vida