Ismael
—N-No… E-Ellas… Es imposible…
—Son tus hijas, Ismael…, son tus hijas —afirmó con total convicción.
Su azulado mirar tan frío como el metal, tan adusto, vacío, y al mismo tiempo tan cargado de las más oscuras emociones, era la prueba fehaciente de la realidad que ahora me golpeaba, una que en el fondo deseé con todas mis fuerzas desde el primer instante en que los ojos de Marion y Perla se cruzaron con los míos, pero esto me era imposible de creer porque mis hijas estaban muertas, yo mismo vi sus cuerpos, yo mismo las vi llorar, gritar y ser golpeadas antes de que perdiese el conocimiento, entonces… ¿Cómo?… ¿Por qué?…
Retrocedí lento en medio de un mareo al bajarse mi presión siendo recibido por los brazos de mi esposa, ella estaba tan impactada como yo comprobándome que era la p
