Ismael —Creí que tendrías afán por volver a París —comentó Oz quien estaba conmigo observando a Perla a la distancia. —Sí tengo afán, quiero volver con Barb y mi hija, pero estas semanas aquí han sido increíbles. —¿Aquí, o con esa gatica? —¿No le decías ratón? —Sí, pero es escurridiza y el estilo de sus gafas me hicieron cambiar de parecer —reí al recordarla dar ese respingo igual que los gatos, un gesto que me saca siempre una tonta sonrisa—. Y ahí vas de nuevo —comentó fastidiado volteando los ojos. —¿Qué? —Esa estúpida cara que colocas cada vez que la observas… Te gusta. —¡Claro que no! Te recuerdo que estoy casado, tengo hijas y una nieta. —¿Le enseñarás a este lobo cómo aullarle a la luna? —Oz… —Solo tíratela si eso quieres, pero deja la cara de puberto enamorado. —No es