Arlequin

1030 Palabras

Ninguno de los dos hombres cedió ante la presión de verse apuntados por un arma. En ese momento, Avery trato de pensar de donde diablos había sacado un arma sin que ella se diera cuenta, pero enseguida supuso que debia ser algo normal en él, después de todo había sido no solo su guardaespaldas personal, sino también el de su padre y por lo que parecía, su padre tenía enemigos por montones. —Suéltala—ordeno Armand con cierta calma, una que generaba cierta inquietud, no solo a Avery, sino a todas las personas que para bien o para mal estaban presenciando aquella agitación innecesaria. —¿Quién diablos eres tú para ordenarme que hacer?—protesto aquel conejo con molestia, no solo por el atrevimiento de ese hombre y es que desde que se había convertido en un guardia de seguridad de ese lugar,

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