—¿Te parece si hacemos un poco más interesante este juego?—propuso el hombre frente a ella, luego de que el mesero los dejara completamente solos. Avery trato de abrir los labios para cuestionar qué tenía en mente, es decir, además de lo que estaba sucediendo en ese preciso momento, pero no pudo articular ninguna palabra, debido a la excitación en el interior de sus bragas. Era increíble como aquella sensación tenue la mortificaba y al mismo tiempo le brindaba placer. —Seguro, tienes muchas preguntas ¿No es así?—dijo el sombrerero con cierta satisfacción en el brillo de sus ojos mientras observaba a la pobre Avery, en silencio, intentando a cualquier costo soportar lo que aquel juguete íntimo le estaba provocando. Era curioso que estuviera pasando eso frente a él, cuando Avery únicamen