Había conocido a Giselle tres años atrás, una noche de invierno. Avery regresaba de un viaje que uno de sus clientes había realizado por negocios y al cual había sido invitada, por supuesto por trabajo, para darle placer y quitarle el estrés de su rutina diaria.
La agencia se encontraba en pleno corazón de París, justo en una agencia de modelaje, por lo que no era extraño ver entrar y salir a jóvenes hermosas, con atuendos elegantes y exorbitantes, pero de noche, cuando sus puertas cerraban para el público, la entrada principal era la puerta de empleados, por la cual entraba la nueva mercancía y las muñecas con asuntos pendientes.
Esa noche, Avery había llamada por un asunto que requería su especial atención, ella pensaba que se trataba de un cliente muy especial, porque a veces solía oc
