—Sería encantador, pero no estoy aquí para eso—expreso Armand retomando el control de su cuerpo y por supuesto, empujando el cuerpo de Madame para tratar de tranquilizarse. Madame, por supuesto, se sintió ofendida por su rechazo, no todos los días un tipo tan apuesto como él lograba resistirse a sus encantos, pero trato de no guardarle ningún rencor, de hecho, su desprecio era mucho más tentador para ella que si hubiese aceptado sin chistar irse con ella a la cama en ese instante. Supo que había elegido bien al hombre con el que pretendía entretenerse. —Sabes cuál será el siguiente juego ¿No es así?—dedujo Armand mientras Madame se levantaba de su regazo para caminar de vuelta al escritorio. Se contoneó de aquí para alla para que él se diera cuenta de lo que se había perdido, pero que aú