Me he quedado dormida en el viaje a casa de Kari, el camino es súper largo, muy lejos que se la llevó Helver. Despierto de una sacudida que da la camioneta con nosotros, siento mi rostro sobre algo muy cómodo, y una mano en mi cintura, despego mi rostro de ahí, y veo el suéter blanco de cuello de tortuga de mi esposo, su saco cubre mis hombros, busco con la mirada a los niños, quienes están en el segundo asiento frente a nosotros jugando algo. —Buenos días —se burla mi esposo riendo. Lo empujo suavemente. —No hables, tú me cansaste anoche. —¿Yo?—pregunta señalándose sorprendido. —. Yo no fui la de tomar el control y pedir más perdiendo el control amaneciendo cansada —susurra mirándome pícaramente. —. Yo sobreviví a ti por ser fuerte. Le saco la lengua, y me cruzo de brazos alej