Marla
—Espérame unos minutos, tengo una reunión, pero no tardaré —anuncié al parquear.
—Adelante, esta vez te esperaré lo que haga falta —sus ojos brillaban con tanta ilusión que no pude evitar sentirme feliz.
Bajé del auto dirigiéndome al spa (que no era más que una fachada para este encuentro) donde ya se encontraba Valentino junto a Garnier esperando por mí con el revolver en la mirada.
—¿Tuviste problemas? —preguntó Valentino en cuanto cerré la puerta de la oficina.
—Irónicamente, un problema fue lo que me dio la oportunidad —saqué de mi bolso la reliquia solicitada junto a un sello que, aunque no era parte de la misión, sabía que les interesaría.
—¿Cómo lo conseguiste? —preguntó Garnier desconcertado al detallar el sello en lo que yo retiraba mi ropa para darme una ducha rápida.
