SOFÍA Después del primero, menos de un año después Chloe volvió a presentarse en nuestra casa aporreando la puerta. Esa vez, el perro nos despertó ladrando. Hunter había estado a punto de atropellar un cachorro sin r**a cuando volvía de la ciudad, lo metió en su coche, lo llevó al veterinario y llegó a casa con él en brazos. —Mira que adorable es —me dijo, y me lo puso en el regazo encima del sofá—. Se parece a ti. El cachorro corrió de un lado del sofá al otro agitando la cola y me lamió las manos. —Awww —solté, y me tumbé dejando que el perro se tumbara en mi estómago. Era realmente adorable—. ¿Nos lo podemos quedar de verdad? Sobre el respaldo del sofá, Hunter asintió y me quitó algunos mechones rubios de la cara. Nos pasamos toda la tarde debatiendo nombres, y terminó llamándo