SOFÍA —¡Sofía! —me gritó la abuela desde abajo—. ¡Hunter ha llegado! Me alisé la falda del vestido y agarré mi pequeño bolso antes de volar con Hunter que me esperaba en el porche. El abuelo estaba con él y le miró con los ojos entrecerrados. —¿Abuelo? —pregunté extrañada. —Pasarlo bien, pero tampoco tanto —nos dijo, y me volví roja mientras él entraba en casa. Hunter sonrió y se pasó las manos por los rizos del pelo antes de darme un corto beso que me dejó con ganas de más. Pero aun así sonreí y me volví a sentir como esa niña de quince años que tuvo su primera cita. —Hola —susurré, y me pasé el pelo por detrás de la oreja. Él sonrió también y se mordió el labio antes de poner su mano en mi espalda y llevarme hasta su descapotable. —¿Te apetece ir al cine? Con Hunter me ap