SOFÍA —¿Y éste? —me preguntó Chloe, y me asomé a su ordenador—. Dos habitaciones, un baño, cocina y salón. Lo único malo es que la zona de limpieza es común con el edificio. Me da muy mal rollo que algún pervertido abra nuestra lavadora. —Me parece que es con lo que nos tendremos que conformar si queremos independizarnos. Nos habíamos pasado días buscando apartamentos para compartir. Después de dar la noticia de mi trabajo nuevo, mis padres corrieron al pueblo para celebrarlo y tampoco tardé en comentar los planes rápidos que Chloe y yo teníamos de vivir juntas para estar cerca de nuestro nuevo ambiente. Sorprendentemente mis padres me habían dejado con más facilidad de la que creía, claro que con una larga lista de normas y "consejos". Y porque los abuelos estaban relativamente cerca