Dos meses después. -¿Está segura? -pregunté sin creerlo todavía. -Si, los análisis lo confirman. Oh Dios mío. Salté de la silla y corrí a abrazarla sin poder contener mi felicidad. Mi corazón palpitaba como loco, mi vientre tenía mariposas y solo quería gritar y dar saltitos de alegría. -Supongo que era algo que deseabas mucho -comentó mi ginecóloga. -No tienes idea -respondí -Creía que algo estaba mal conmigo. Negó sonriendo. -Para nada cariño, estás perfecta. A veces obsesionarse no ayuda y por eso te costó un poco lograrlo. Ahora podrás relajarte. Bueno, no diría relajarme exactamente. Todavía faltaba lo más complicado. Decírselo a Daniel. Retomamos nuestra relación de antes, intentando dejar de lado el tema de los hijos, pero aún así no volví a tomar las píldoras. Si,