Todo el mundo de Gabriel se hace añicos frente a sus ojos. Su cuerpo entero comienza a temblar incontrolablemente y el celular se le cae de la mano en el pavimento.
La ciudad, ya a oscuras a estas horas, está totalmente ajena a lo que le está sucediendo.
Todas las frases de Lían empiezan a repetirse dentro de su cabeza una y otra vez, como ecos sin fin y su propia voz cuando le decía que siempre podía contar con él.
—Hermano, por favor, no —Solloza él fuera de control. —No me hagas esto.
Mucha gente voltea a verlo y otros se acercan hasta su posición intentando contenerlo, pero eso es imposible de conseguir ahora.
No puede respirar. Una opresión en su pecho no le permite hacerlo. Solo boquea sin parar procurando llevar algo de oxígeno a sus pulmones.
—Por favor, Lían, no me hagas est
