Berlín
Es muy difícil describir lo que me sucedió, pero es como si aquella ciudad me asfixiara. Supongo que todo lo que me paso hace que la asocie con la peor etapa de mi vida, pero ahora, ya de nuevo en Berlín, me siento a salvo.
—Como dicen en inglés, “home sweet home” —comenta mi esposo mientras que Blaz va corriendo a su cuarto para jugar con sus juguetes.
—Suena raro, pero realmente siento que este sitio es mi hogar —digo mientras que Malí jala mi cabello y yo con cuidado hago que lo suelte.
—¿Por qué dices que es raro? —inquiere confundido.
—Porque si, porque yo vine buscando refugio en Berlín y ahora siento que no podría irme de aquí —explico.
—¿No será por mí? —cuestiona en un tono sensual y se acerca a mi con esa media sonrisa que tanto me gusta tatuada en su rostro.
—Cr
