La noche ya ha caído y el silencio en este salón aturde. Mykel solo pasa su brazo por encima de mis hombros para que me acomode sobre su pecho y sin decirme nada solo acaricia mi cabello. Creía que a este punto nosotros estaríamos disfrutando del embarazo, que la única conversación que tendríamos sería de nuestro bebé, pero no es así.
—Mi amor, sé que todo esto no es fácil, pero debes recordar que ya no se trata solo de ti —comenta y besa mi cabello.
—Lo sé, es solo que me ha impactado mucho la decisión que tomo, sobre todo enterarme de su enfermedad —digo.
¿Cómo es posible que tenga tantas emociones encontradas? Alivio, rabia, y hasta esa sensación de empatía que es la que más rabia me da.
—Supongo que ha sido tanta la vergüenza que le ha dado lo que hizo que no encontró otra salida
