En los momentos más duros, mientras que Malí crecía en mi vientre, imagine una y mil veces como reaccionaria mi madre al conocer a su nieta. Honestamente, mi imaginación no fue lo suficientemente buena como para poder recrear una imagen tan perfecta como esta. La veo jugando con Malí en la oficina que Mykel muy amablemente nos cedió y sonrió ampliamente al ver lo felices que están las dos. —Ya te tomo cariño —comento al ver como mi hija trata de jalar su cabello para así jugar con este. —Es una preciosura, se parece mucho a ti cuando eras pequeña —señala. —Afortunadamente veo mucho de mi en ella —digo con un rastro de melancolía en mi voz. Ella hace una pausa y comprendo que hablar de Malí también significa hablar de aquella noche. —¿En algún momento…? —trata de preguntar y hace una