Mi cuerpo aun es víctima de esa mezcla de sensaciones que cargo por todas las cosas que han pasado el día de hoy. Todavía no puedo creer que lo malo y lo bueno pueda encontrarse al mismo tiempo, y mi mente por consecuencia está en otro mundo hasta que al entrar a la empresa escucho una voz muy conocida llamando mi nombre. Volteo para ver de donde proviene el sonido y me sorprende inmensamente al ver a mi madre sentada en uno de los sillones de la recepción. —¿Mamá? —pregunto casi sin poder creérmelo. —No podía esperar más para venir a verte, lo siento —dice acercándose a mí. Lo único que puedo hacer es abrazarla con todas mis fuerzas y sentir que sin decirme nada, ella está consolándome por todo lo que ha pasado. —Señora Becker —habla Mykel mientras que ella y yo nos vamos soltando.