No tengo idea de como estoy haciendo para controlar este desorden de emociones que tengo por dentro. Mi padre no ha dicho una sola palabra todavía, solo ha sacado a Malí de su carriola para cargarla en sus brazos mientras que entramos a este solitario café que estaba a pocos metros del registro civil. —Ahora sí, estamos solos —menciona mi padre y mira a Blaz y Mykel. —Papá, ¿Cómo has sabido donde estaba? —es la primera pregunta que sale de mi boca. —¿De verdad creíste que no me preocuparía después de estar meses sin recibir noticias tuyas? —responde y su tono de voz me muestra lo enfadado que esta. —Papá… —trato de interrumpir. —Tu madre y yo te hemos dado toda la confianza del mundo para que viajaras por donde quisieras, para que tomaras todas las fotografías que soñaras, pero en cam