No creía que un día conocería lo que se sentiría que no te cupiera la felicidad en el cuerpo, pero ¿Cómo no sentirse así con alguien como él? Nos veo en este sitio que parece sacado de una fantasía y siento que mi vida a su lado es algo parecido.
—Hace un poco de calor, ¿no? —me pregunta con sarcasmo y rio.
—¿Un poco? Creo que muchísimo, es casi como un infierno —comento mientras vamos a la fiesta que hay en el campamento.
Mi marido se acerca un poco más a mí y me abraza por la cintura haciendo que me pegue a su cuerpo.
—Aun con calor y todo, no me quiero alejar de ti —me dice al oído.
—Yo tampoco, además tengo que confesarte algo —respondo y beso su cuello disimuladamente ya que hay gente a nuestro alrededor.
—¿Qué me tienes que confesar? —inquiere con su voz ronca.
—Que me gusta
