Todo esto que estoy haciendo esta mal, pero es tarde para echarme atrás cuando las manos de Mykel están en mi espalda baja y me sigue la corriente. Sus labios me besan delicadamente y yo parezco toda una tonta porque no sé qué hacer. —¡Oigan, no están solos! —exclama Ava y de a poco él se separa. —Perdón, es que como se habrán dado cuenta, estamos muy enamorados y nos cuesta mucho mantenernos separados —explica él y me mira a los ojos—. Permíteme —indica y aparta la silla para que me siente y luego se sienta a mi lado. —¿Así que tienen una hija? —pregunta ella y tengo pánico a responder cada pregunta que me hagan. ¿Y si cometo un error? ¿Y si se da cuenta de que la pequeña no es de Mykel? «Tranquila Nahía» me digo a mi misma para tratar de no ponerme en evidencia. —Si, es preciosa, a