—No puedes hacerme esto, Lían. –le digo mientras veo como un médico suministra medicamento a través de sus venas.
—Lo siento mucho Khatia, sabes que no es mi intención que pases por esto. Yo no planee enfermar. ¿Y si muero? –cuestiona con preocupación y yo siento un balde de agua helada al escuchar eso.
—No digas eso, eres demasiado fuerte y, tal vez es por el cambio de clima. –aseguro tratando de convencerla y a mi de paso.
—Espero que sí, sé que tú harás un buen trabajo en compañía de Marco.
Su sola mención me contrae el corazón. Quería alejarme de Bianchi lo más posible y ahora resulta que estaré con él a kilómetros de aquí en una reunión a la que originalmente iría con ella.
—Lían, ¿Estás bien? –cuestiona su voz y yo miro a cualquier lado menos a él.
—Tranquilo Angelo, estoy bien ahora, ¿Verdad doctor?
—Señora Chen, acabo de administrarle no uno ni dos, sino tres medicamentos diferentes a través de sus venas, por supuesto que esta bien ahora, aunque debe guardar reposo al menos dos días. Si ustedes dos son sus hijos deben mantenerla tranquila y háganse cargo de lo que ella tiene que hacer, no saldrá de esta habitación hasta que deje de verse pálida. –agrega el doctor a modo de reprimenda.
—No se preocupe doctor, cuidaremos a Lían.
—Ahora vayan a prepararse, es una reunión muy importante. Quiero que vayan juntos, lleven mi coche, estarán a salvó de cualquier cosa. –sentencia y hace un ademán con la mano para retirarnos.
Salgo furiosa de ahí y llamo a la única persona que me puede poner estable en crisis de italianos.
—Rusia, ¿qué ocurre? –cuestiona con preocupación.
—Lían enfermó, no irá a la reunión.
—¿Cancelaron la reunión entonces?
—No, iré a la reunión con el representante de Lían Chen. –confieso y suspira con pesadez.
—¿Quieres que vaya a suplirte?
—Aunque sería una idea magnífica, no llegarías a tiempo además, tienes que estar al frente, Kozlov.
—Solo trata de no matarlo, ignóralo si es posible Khatia, puedes hacer eso, ¿No?
No, claro que no puedo. ¿Cómo ignorarlo? Es un idiota si pero hay historia entre nosotros, cosas inconclusas, palabras no dichas, disculpas no aceptadas. Hay un mar de emociones tanto negativas como no, entre nosotros. No sé si sea capaz de ir con él.
—Sé que tienes dudas cariño, pero puedes hacerlo, son negocios, solo eso. ¿De acuerdo?
—Si, lo haré.
—Llama si necesitas que vaya a partirle la cara. –me pide y cuelga la llamada.
—¿Podemos hablar? –me pide y yo me paralizo frente al elevador. Presiono el botón para bajar hasta el estacionamiento y con una mirada lo invito a pasar.
—Tienes 30 pisos para hacerlo. –digo y su sonrisa decae un poco.
—No quiero pelear, Khatia. Quiero que está noche todo salga bien, solo eso. Después de la reunión prometo no molestarte más con mi presencia. –dice tan convencido que le creo.
—Estaré puntual a las 7 en mi hotel, no llegues tarde. –digo y lo escucho suspirar.
Siento un roce ligero en el dorso de mi mano y me tenso, es apenas una caricia sutil pero que estalla dentro de mi.
Los recuerdos quieren llegar hasta mi con rapidez pero los alejo, no ahora, no aquí con él tan cerca.
Las puertas se abren y yo salgo a toda prisa de ahí, pero su mano es más rápida y toma mi brazo jalandome hacia él. Mi cuerpo choca con él y su perfume se cuela por mi nariz.
Incapaz de verlo a los ojos mantengo la mirada en su pecho, siento su respiración cerca de mi oído y cierro los ojos por instinto.
—Dime por favor que no me has extrañado, dime qué ya no piensas en mi, que la raíz de lo que somos se las llevó la tormenta. –murmura y yo lucho para no llorar–, si respondes que no me has extrañado, que no piensas en mi, que ya no hay raíces que sostengan lo nuestro, dejaré de insistir.
»Luce dei miei occhi, (luz de mis ojos) vita mía, (vida mía) amore mio, (mi amor) mi manchi, (te echo de menos) Khatia. –murmura en mi oído y puedo sentir una de sus manos posarse en mi nuca.
Me separo de él sintiendo mis piernas flaquear, no puedo, no debo. Él tiene a alguien y aunque yo ya no, no sería justo para ella.
—Por favor, no llegues tarde, no quiero dar una mala impresión. –digo antes de alejarme por completo de él.
Llego hasta mi auto y golpeo el volante con furia y dolor. Enciendo el motor y lloro mientras conduzco, ¿Por qué, dios? ¿Por qué me castigas así?
Dios, perdona mis pecados y líbrame del fuero de su infierno, aleja a ese hombre de mi vida si no es para mí, te lo suplico.
****
—¿Cuántas horas más vas a quedarte ahí? –cuestiona Jhony llegando hasta la tina con una toalla–, vas a convertirte en pasa.
Miro sus ojos y no puedo evitar sentirme llorona porque él siempre ha provocado que mi lado más blando salga a trompicones con su presencia.
—¿Qué sucede mi vida? ¿Es por el infiel de tu ex? –cuestiona y veo la pena atravesar sus ojos.
—Bianchi irá conmigo a la reunión. –confieso y sorbo mi nariz–, Lían enfermó y necesita reposar.
—¿Y eso es lo que te tiene así? –cuestiona y yo siento que es una tontería pero no es por eso que estoy así.
—No, –niego con la cabeza–, me abrazó, estuve a centímetros de su boca, de su cuerpo, atrapada en sus brazos, mientras susurraba estúpidas palabras lindas en italiano. –sollozo–, lo odio tanto como lo amo Jhonny, estoy jodida, no sé si voy a tener el valor de soportar esto.
—Claro que puedes Khatia, eres la mujer mas fuerte que he visto y esto es solo una prueba de tu paciencia y autocontrol, mientras no lo mates todo estará bien. –asegura y me saca de la tina envolviéndome en la toalla–, vamos a ponerte bonita, habrá muchos mafiosos guapos en esa fiesta, ve a cazar uno princesa.
Yo sonrío por sus tonterías pero me alivia un poco más el corazón, solo será una reunión, solo eso.
****
Una vez que Jhonny ayudó con el peinado y el maquillaje, decido ponerme joyería especial. Con cámaras y micrófonos para que Jhonny sepa dónde estoy, no puedo estar desprevenida cuando estaré en un lugar lleno de gente que quiere alianzas o quiere mi cabeza.
Tomo un par de aretes dorados con un par de piedras en color rojo, ahí está el secreto, un collar y...observo ese par de anillos y aquel día vuelve a mi sin que pueda detenerlo.
*Recuerdo*
—Ya te dije que si nos vamos a casar, no seas tan desesperado.
—No puedo esperar más a que eso pase Khatia.
—Pero si tenemos una vida larga por delante. ¿Por qué apresurarse? Además, yo soy muy feliz ahora, no me hace falta nada.
—Quizás solo esto es lo que te hace falta.
Marco saca una caja de su saco y se arrodilla frente a mi, en su interior puedo ver el complemento a mi anillo de promesa, ese que me dio aquella tarde en el barco.
—Khatia Markova, ¿quieres casarte conmigo y pasar el resto de nuestras vidas siendo feliz?
Yo ahora no aguanto las lágrimas y lloro de emoción, la respuesta es más que obvia, claro que quiero casarme con él.
—Sí, claro que sí quiero.
Él pone el anillo en mi dedo y deja un beso sobre este.
—No te vas a arrepentir, Rusa bonita. Verás que tendremos una larga vida.
—Muy larga.
Fin del recuerdo
—Supongo que Nikolai tenía razón al decirme que era una ilusa deseando boda y bebés. No importa de que lado estuviera, persiguiendo mafiosos o siendo una, jamás voy a poder aspirar a eso, la vida ya me lo dejó muy claro.
Trato de quitarme el par de anillos pero no salen, trato de no entrar en pánico pero es inútil.
—¡Ya está el italiano abajo! –grita Jhonny antes de abrir la puerta–, vamos, vamos que se hará tarde, no puedes llegar impuntual. –me apremia para salir y yo solo escondo la mano porque si los ve, sabrá que tuve una recaída en el pasado.
Bajo hasta el lobby en dónde Marco espera por mi. Las entrañas se me contraen al verlo vestido con un impecable traje n***o. Se cortó el cabello y va perfectamente peinado.
Doy dos pasos atrás pero Jhonny detrás de mi me susurra "cobarde" lo miro fijamente y él solo sonríe sin pena.
Bajo las escaleras y sus ojos se fijan en mi, ese brillo, esa sonrisa, dame fuerzas para no caer de nuevo.
—Te ves preciosa, mi rusa bonita. –dice y yo desvío la mirada.
—Tu traje está arrugado, que vergüenza. Vamos ya. –miento y camino hasta el coche. Está noche será larga.
****
Después de la reunión con Martell, de conocer a Ginebra y de la larga conversación que tuvimos, vamos de vuelta a nuestros hoteles.
Las palabras de Gin hacen eco en mi cabeza todavía, tuve que mentir con la cosa de que estoy con Cristian, no puedo anunciarle a todo el mundo que no estamos juntos.
Marco se ha comportado el día de hoy y no ha hecho comentarios inapropiados cosa que agradezco mucho.
—Khatia lo siento. –murmura sin verme–, lamento haberte dañado de esa manera, sé que no merezco que me perdones y que nada de lo que diga va a justificar lo que hice. Fui un idiota, pero te amo a pesar de todo lo que sucedió, a pensar de la distancia, a pesar de que estás con él y vayan a tener un hijo. –dice y siento algo de culpa porque le mentí con eso.
»Solo quiero pedirte que me perdones, que no huyas de mi cada que nos encontramos, quiero poder hablarte sin pelear, quiero ser tu amigo. –termina por decir y casi quiero reír porque lo conozco tan bien que sé que miente.
—Al carajo con eso, realmente no es verdad, no quiero ser solo tu amigo Khatia, suena tan estúpido viniendo de mi. –dice y por fin fija su mirada en mi–, te amo maldita sea, rusa. Ardería en el infierno por ti y contigo si me lo permitieran, no soporto verte con alguien más.
»el solo hecho de pensarte en sus brazos, en la intimidad, en como te toma, es una tortura para mí pensar en eso.
—Tú ya tienes a alguien y puedo apostar que haces lo mismo que yo con él.
—Hace un año que ella me dejó, no se lo había dicho a nadie porque no quería responder preguntas que tiene respuesta con nombre y apellido. Ella me dijo que no seria feliz con el fantasma de Khatia Markova viviendo en mi corazón.
—Lo lamento. –me limito a responder–, ya llegará la indicada.
—La indicada llegó un 24 de diciembre a mi bar en Chicago. Y jamás se fue, Khatia.
—Marco por favor. –pido sintiendo mis ojos comenzar a picar.
—¿Ya no me amas? Solo responde eso.
—Yo...
Un golpe en seco me silencia de inmediato, alguien acaba de chocarnos y las balas no se hacen esperar. El chófer cae hacia un lado dejando el volante sin rumbo y chocamos contra un árbol.
Marco abre la puerta pero mi mano lo detiene.
—¡No! Por favor no.
—Necesito sacarte de aquí, confía en mí, mi rusa bonita.
Marco sale del coche y las balas suenan de nuevo, abre la puerta y empuja el cuerpo sin vida del chófer de Lían, arranca y yo entro en pánico porque malditamente no traje arma.
Una mancha brillante comienza a marcarse en el traje de Marco, llevo mis dedos hacia él y veo que está sangrando.
—Estas herido. –murmuro y asiente.
—Conozco a alguien que va a ayudarme, solo no me dejes morir. –pide y yo casi río por su estúpida broma.
—La tercera es la vencida, Chert voz'me.