-¡Señor, no vaya hacia allá! – dijo uno de los hombres de Alessandro, tratando de protegerse. -No es momento para cobardías – susurró Alessandro, dispuesto a hacer lo necesario para quedarse por lo menos con una de las cabezas de sus enemigos. Lo cierto era que Alessandro estaba preocupado por un posible debilitamiento de su organización, era algo que no podía permitir que sucediera, no con todo lo que había arriesgado anteriormente… todo lo que estaba en juego. En completa cautela y ayudándose por el ruido de los disparos que no cesaban, Alessandro bajó las escaleras al primer piso del edificio, fue allí donde le dijeron que se encontraban los cabecillas de la organización enemiga. Tenía que encontrarlos, a como diera lugar. Al estar en el sótano, el hombre no escuchó absolutament

