-Cariño, sé que es tu día de descanso y que lo que menos quieres es quedarte en casa, pero ¿Te molestaría quedarte con la abuela por un rato? – preguntó a su amiga Valery, quien acababa de despertarse. -¡Por supuesto que no! La abuela ha sido un ángel para nosotras dos, además, el quedarme aquí con ella impedirá que pierda mi dignidad y vaya a hablarle al idiota de mi exnovio. Georgia soltó una carcajada. -De todas formas te prometo que no tardaré demasiado, mientras tanto, ve a la isla de la cocina, siéntate y comete el desayuno que hice para ti – Georgia señaló el exquisito plato que tenía huevos, tostadas y jamón ahumado. -¡No tenías que hacerme desayuno para convencerme, pero lo agradezco! – se burló Valery, al tiempo en que Georgia desaparecía por el pasillo del apartamento.

