Rápidamente todos los que estaban en aquel saloncito fueron a donde Jeremy, quien sostenía a su hija en brazos para que ella no se desplomara al suelo a causa del dolor. -¡Georgia, amor, vamos! – Alessandro la agarró de la mano, dándole la fortaleza que ella en ese momento necesitaba. -Duele mucho – se quejó Georgia. -¿Cuántos meses, tienes, Georgia? – preguntó Valery, haciendo cálculos mentales para determinar qué tan probable era que Georgia estuviera teniendo dolores de parto. -Casi ocho meses, no puedo dar a luz todavía – soltó, con la preocupación de que se hijo fuera prematuro. Ninguna de las otras personas dijo nada al respecto, pero todos supieron que era muy probable que, en efecto, ella estuviera a punto de dar a luz a su hijo. Eso solo hizo que el afán por llevarla has

