—Vaya, pero que felices se los ve —comenta Silas mientras que los tres estamos sentados a la mesa para disfrutar de un increíble desayuno. Yana y yo nos miramos de manera cómplice y nos decimos todo sin siquiera pronunciar una sola palabra, algo que solo lo mucho que nos amamos puede conseguir. —¿Cómo no estarlo papá? —dice y hace una pausa—. Estamos juntos, libres, y con muchas ganas de construir nuestro futuro —explica ella y sé que se está guardando lo más importante. Mi suegro sonríe y nos mira de una manera especial. —Se merecen lo mejor. Han pasado por tantas cosas que no es para menos, no saben cuánto deseaba que llegara este momento donde finalmente pudieran ser así de felices —expresa. —Nosotros también queríamos que llegara este momento —digo y miro a mi hermosa esposa—. Lo