Mis piernas tiemblan a medida que camino el largo pasillo de este hospital dónde se encuentra Yana. Sufro con la sola idea de perderla, de que todo lo que hicimos haya sido en vano, de que nuestra historia termine así —Está en esa habitación— me indica Federico e inmediatamente me acerco a la puerta, pero antes, una enfermera se acerca a nosotros preguntándole al secretario del embajador quién soy.
Él rápidamente, me identifica y da la autorización para que ellos puedan entrar las veces que crea necesario a visitar a Yana. Por supuesto que todo esto depende del doctor que la está atendiendo, pero al menos los protocolos de seguridad han sido dados y la enfermera se encuentra averiguando si puedo pasar o no dado el horario —Necesito verla—Repito una y otra vez en lo que pareciera ser un susurro.
Federico lleva su mano sobre mi hombro —Ya la veras, solo espera un momento— Trata de tranquilizarme, pero ni siquiera sé si eso sea posible, no cuando mi desesperación no cesa.
Camino de un lado a otro esperando esa tan ansiada respuesta, cuando después de lo que a mí me parece una eternidad, la enfermera se acerca a nosotros —El doctor me ha dicho que podía dejarlo pasar, pero por favor, tenga en cuenta que la paciente sigue inconsciente— Me anticipa.
—¿Qué es lo que le pasa? ¿Por qué no despierta?— Pregunto angustiado.
—Tuvimos que operarla de emergencia— Me informa y esto no me lo habían dicho.
—¿Qué? ¿Cómo que la tuvieron que operar? ¿Por qué?— Averiguo completamente confundido.
La enfermera pareciera sentir lastima de la situación, no sé porque tengo esa sensación, pero tal vez es lo que refleja su rostro —La paciente perdió mucha sangre debido al corte en su muñeca, el doctor tuvo que cerrar la herida y por supuesto las venas afectadas— Me dice y sus palabras me hacen perder el equilibrio hasta el punto de que debo sostenerme de la pared que está detrás de mí.
—Yana no puedo haber hecho algo así… ella no se rendiría— Hablo entre dientes.
—Ella casi pierde la vida señor, solo le estoy diciendo lo que ocurrió— Explica y respiro profundo.
—Entiendo…— Susurro —Perdón, es que ella es mi vida entera— Informo y la mujer sonríe tímidamente.
—No se preocupe, ahora mejor pase y véala, eso le hará bien— Me alienta y asiento con la cabeza para luego tomar valor y entrar a la habitación.
Jamás había abierto una puerta tan lentamente como lo estoy haciendo ahora, pero es que no estoy preparado para verla en esta situación. Apenas cruzo el umbral camino casi sin mirar hacia adelante hasta que no me queda otra opción y allí me encuentro con ella en esa cama conectada a un equipo de monitoreo —Mi torbellino…— Susurro acercándome a ella y lloro cuando veo su muñeca vendada —¿Qué has hecho mi amor?— Le pregunto mientras que avanzo rápidamente a su lado y la tomo de la mano —Estoy aquí… no me voy a ir nunca más de tu lado— Digo desesperado y miro su precioso rostro, pero me asusto al darme cuenta del morado que tiene rodeando su ojo —¿Qué te paso? ¿Quién te hizo esto?— Cuestiono sabiendo que ella no me va a poder responder.
Sostengo su mano con cuidado, y beso su torso para luego volver a mirarla a la cara mientras que siento como las lágrimas caen por mis mejillas —Escúchame por favor, estoy aquí. No me voy a separar nunca más de tu lado, pero necesito que te recuperes… por favor— Le hablo y no sé si sea cierto o no eso que dicen de que las personas que están inconscientes pueden escucharte, pero al menos debo intentarlo —¿Tienes idea de cuantas cosas nos quedan por hacer juntos? No me puedes dejar así, no cuando apenas nuestra historia debe comenzar— Le digo desesperado y es tanto mi llanto que me obliga a callar por un momento mientras que me recupero.
De repente, este silencio se ve interrumpido cuando alguien llama a la puerta y antes de que pueda contestar, entra. Allí un hombre con un batín blanco y supongo que debe de ser el doctor —Mucho gusto, soy el doctor Placencia— Se presenta y asiento.
—Un gusto doctor, ¿Qué fue lo que le paso en el rostro?— Averiguo.
Él encoje sus hombros —No lo sabemos, es decir, es claro que ha sido un golpe, pero no concuerda con la versión de que ella haya intentado suicidarse, ¿entiende?— Me explica y sus palabras me alarman.
—¿Me está queriendo decir que usted cree que no se quiso suicidar?— Pregunto mirándolo a la cara.
—Exactamente— Dice y se acerca a ella —¿Usted es su pareja? ¿Cierto?— Indaga y asiento.
—Si, lamentablemente las circunstancias de la vida hicieron que tuviéramos que estar separados un tiempo, pero finalmente pude regresar— Resumo.
—Entiendo— Dice y se acerca al brazo de Yana —Le mostrare algo— Me explica y para mi sorpresa destapa la herida de Yana haciendo que mi rabia por ver ese corte aumente.
—Es profunda— Murmuro.
—Normalmente cuando una persona intenta suicidarse, el corte comienza desde el lado externo de la muñeca hasta el interno y no es tan profundo de manera equitativa. El corte inicial lo es, pero a medida que avanza, se vuelve más superficial— Expone.
—Este corte no empezó de la parte externa— Digo al ver claramente la diferencia en la sutura.
—No, empezó de adentro para afuera y fue muy parejo. La paciente posiblemente estaba inconsciente cuando eso ocurrió ya que alguien sostuvo su brazo para simular el s******o— Me dice girando un poco el brazo de Yana para mostrarme los claros morados que muestras que alguien la sujeto con más fuerza de lo debido.
—La quisieron matar— Murmuro con enfado.
—Así es, pero hasta que ella no despierte no podrá decirnos lo que paso— Concluye y la vuelvo a mirar.
—Entiendo, gracias por la explicación— Digo mientras que el doctor cubre la herida.
—De nada, solo tenga cuidado, no sabemos si quien intento hacerlo pueda volver— Me advierte y sé que tiene razón, que hasta que no sepa la verdad, la vida de Yana está en peligro.