Dos días después: 28 de septiembre Las ultimas 48 horas han sido de las más difíciles de mi vida. La desesperación al ver que ella no despierta, y esta angustia por no saber qué es lo que ocurrió o quien le quiso hacer daño, me han hecho sentir el hombre más triste de todos. Tuve que mentirle al señor Ackermann y decirle que aún estaba buscando a su hija, que ya estaba cerca, y que apenas pudiera le daría noticias. No tenía idea de cómo afrontar la situación, como explicarle que han querido simular un s******o cuando en realidad la intentaron matar, y a todo esto, ni siquiera sé quién lo hizo. —Torbellino, necesito que despiertes por favor— Le digo mientras que tomo su mano todavía sentado al lado de su cama en este hospital —No puedo vivir sin tus ojos viéndome como solo tú lo hacías— C

