Capítulo 6: El Despertar

941 Palabras
Dos días después: 28 de septiembre Las ultimas 48 horas han sido de las más difíciles de mi vida. La desesperación al ver que ella no despierta, y esta angustia por no saber qué es lo que ocurrió o quien le quiso hacer daño, me han hecho sentir el hombre más triste de todos. Tuve que mentirle al señor Ackermann y decirle que aún estaba buscando a su hija, que ya estaba cerca, y que apenas pudiera le daría noticias. No tenía idea de cómo afrontar la situación, como explicarle que han querido simular un s******o cuando en realidad la intentaron matar, y a todo esto, ni siquiera sé quién lo hizo. —Torbellino, necesito que despiertes por favor— Le digo mientras que tomo su mano todavía sentado al lado de su cama en este hospital —No puedo vivir sin tus ojos viéndome como solo tú lo hacías— Continuo y deposito un tierno beso en su dorso y la miro fijamente. De pronto, un leve movimiento de su mano me hace sobresaltar de emoción —Superhéroe…— Pronuncia tan bajito que apenas puedo escucharla. —Si mi amor, aquí estoy— Digo con una amplia sonrisa en mi rostro y de a poco veo como ella va abriendo con dificultad sus ojos. —¿Dónde estoy?— Cuestiona confundida y mira hacia todas partes —¿Qué me paso?— Continua y de pronto, algo pasa que ella intenta sentarse —No puedo estar aquí, me tengo que ir, me van a encontrar— Expresa agitada y a pesar de mis intentos por tranquilizarla, me veo obligado a presionar el botón para llamar a la enfermera. —Mi amor, por favor, tranquila— Insisto, pero es inútil, algo ha pasado que la ha alterado. La puerta de la habitación se abre y allí entra una enfermera —Sáquenme de aquí… él no es real, él está muerto, yo lo vi— Declara llena de miedo, y su reacción me preocupa. —Torbellino, estoy vivo, por favor, tranquilízate, te hará mal— Le pido una y otra vez mientras que la enfermera llama al doctor para que venga a atenderla. La escena me angustia, no tengo idea de que es lo que tuvo que pasarle para que se pusiera así, pero definitivamente no era esta la reacción que esperaba —¿Qué sucede aquí?— Oigo la voz de un hombre, y al darme la vuelta, veo que el doctor con quien hable el otro día está entrando a la habitación. —No sé qué ocurre doctor, se alteró repentinamente— Trato de explicarle mientras que él se acerca a ella para ayudarla. —¡Salga de aquí! Necesito atender a la paciente— Me exige y sé que tiene razón, pero me niego a alejarme de ella. —Yana, estoy vivo amor, por favor, se fuerte— Le pido mientras que el doctor insiste una y otra vez en que salga hasta que la enfermera es quien prácticamente me obliga a hacerlo. […] Camino de un lado a otro de este pasillo mientras que el doctor y la enfermera siguen allí dentro con Yana. Mi desesperación no cesa y es que no tengo idea de que es lo que debo hacer para que ella este mejor. De un momento a otro, la enfermera sale de la habitación, y se acerca a una de sus colegas —Llame a la psicóloga Fernández, la necesitamos urgentemente— Le pide y siento como mi corazón se hace pequeñito. —¿Qué le ocurre a Yana?— Inquiero acercándome a ella y apenas me mira. —Señor, es mejor que tome asiento y espere. El doctor hablara con usted cuando sea conveniente— Me informa y es respuesta no me es válida. —Necesito saber que le ocurrió, la mujer que está allí dentro es el amor de mi vida y me muero si algo malo le llega a pasar— Insisto. Ella respira profundo —El doctor hablara con usted cuando sea conveniente, ahora por favor déjenos continuar ayudando a la paciente— Me pide. Sé que en parte tiene razón, y lo único que puedo hacer ahora es dar dos paso hacia atrás y esperar. […] No sé cuánto tiempo más ha transcurrido, tal vez fue cuestión de minutos, o quizás horas. He visto a varias personas entrando y saliendo de la habitación donde esta Yana y mi miedo a que le haya pasado algo grave aumenta a cada instante. Estoy a punto de darme por vencido, de entrar a esa habitación y olvidarme de todo, cuando el doctor Placencia sale de la habitación y se acerca a mí. —¿Qué es lo que le pasa a Yana?— Le pregunto sin rodeos. —Ella no lo recuerda bien, dice que estaba escapando de alguien cuando de pronto la subieron a un auto. La psicóloga esta con ella, no le puedo dar muchos detalles, no me corresponde. Lo único que puedo decirle es que sea paciente, ella no está bien y no sabemos cómo pueda reaccionar, después de todo dice que usted estaba muerto; no entiendo— Explica y respiro profundo. —Es una larga historia, pero por favor le pido; necesito estar con ella— Reitero. —Lo estará apenas termine de hablar con la psicóloga, tenga paciencia, ya habrá tiempo para todo— Me alienta y sus palabras no son un alivio para mí, sino que, todo lo contrario, me dan miedo. —Lo intentare— Es lo único que puedo decirle y él luego de hacer un gesto se retira dejándome con más dudas que certezas.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR