Dos días después: 21 de octubre El exquisito aroma a café es lo que me hace abrir mis ojos y al hacerlo, me encuentro su espacio vacío en nuestra cama. Miro a mi alrededor y sonrió al ver toda nuestra ropa tirada en el suelo. Solo con pensar en todo lo que hicimos anoche, siento unas ganas inmensas de volver a empezar. Para empeorar la situación, al ver hacia el final de la cama, la veo a ella en ropa interior sosteniendo una bandeja con nuestro desayuno. —Buenos días mi superhéroe —dice ella y una gran sonrisa se dibuja mi rostro. —Me encanta amanecer con estas vistas —rebato divertido y me arrodillo en la cama para tomar la bandeja y colocarla a un costado. —A mí también me gusta las vistas —pronuncia y se sube a la cama de rodillas. Se acerca a mí, lleva sus manos sobre mis hombro