25 de diciembre: 5 años después Nieva en Annecy. Las luces del centro de producción se reflejan en el blanco del suelo, y por un momento, el mundo parece en pausa. Dentro, el calor del salón contrasta con el frío de afuera: huele a canela, a pan recién horneado, a madera vieja y esperanza nueva. Las mesas están llenas de gente. Mujeres que alguna vez llegaron con miedo, hoy ríen, conversan, comparten. Niños corren entre sillas decoradas con guirnaldas que ellas mismas cosieron. Lina —la misma que cinco años atrás no se atrevía a levantar la mirada— organiza todo como si hubiese nacido para esto. Y creo que, en parte, sí. Me detengo junto a la ventana y observo a Vito, mi hijo, que gira en círculos con otros niños, envuelto en una bufanda roja que arrastra por el suelo. Tiene casi cinco

