Una semana entera transcurrió desde aquella charla entre hermanos. Egil no salió ni una sola vez de su habitación en este tiempo, ni siquiera para ver a Adelaide como tiene acostumbrado o para ir a la oficina. Todos los pormenores de las empresas los lleva a cabo desde ahí con la ayuda de Gage y Vítor. Gage está muy preocupado por él. Aunque el médico lo está tratando y siguiendo de cerca su evolución, su mano no deja de temblar y el dolor en su pecho lo ataca frecuentemente y cada vez con mayor intensidad. Eso tiene a Egil de muy mal humor todo el tiempo. Esta mañana, Gage recibe lo que esperaba desde hace un tiempo. El hombre que había enviado a la hacienda Zimbron de encubierto al fin ha regresado y con mucha más información de lo que él esperaba. Algo de ese viaje de la sirvienta Pe